Modulo I:
• Dimensión Antropológica de la Mujer
(Carmen Gloria Beroíza)
• Vida, Mujer y Bioética (Fernando Chomalí)
• Identidad Femenina (Clemencia Sarquis)
• Sexualidad y Autoestima Femenina (Angeles Fernández,
Josefina Vicuña)
Modulo II:
• El Genio Femenino a través de la Historia
(Magdalena Piñera)
• Mujer y Derechos Humanos (Cecilia Álamos)
• Conciliar Familia y Trabajo: El Desafío
Actual ( Margarita María Errázuriz)
Conferencias:
Modulos III y IV:
Mujer y Cultura
Mujer y Nuevo Orden Internacional (Karin Ebensperger)
La Mujer en la Literatura (Cristián Warnken)
Medios de Comunicación y Mujer (M. Ester Roblero)
Mujer y Publicidad (Martín Subercaseaux)
Mujer y Sociedad
Mujer en la Educación y Gestión Social (Patricia
Matte)
Mujer y Vida Académica (Francisca Alessandri)
Mujer y Dirección Ejecutiva (Eliana Rozas)
Mujer y Gestión Cultural (M. Elena Comandari)
Mujer en la Familia
Agente de Cambio Social (Carolina Dell’Oro)
Políticas Públicas y Familia (Paulina Villagrán)
Mujer y Gestión Económica (M. Isabel Infante)
Regímenes Económicos Matrimoniales (Francisca
Jünemann)
Dignidad y vocación de la Mujer (P. Donald O’Keeffe
L.C.)
COMIENZA: 3 de Agosto, 2005.
CLASE CONCLUSIVA Y ENTREGA DE DIPLOMAS: 28 de diciembre,
2005.
POSTULACIONES/INSCRIPCIONES.
Teléfono : (56-2) 4207486
Email : familia@finisterrae.cl
Dirección : Avda Pedro de Valdivia 1646. Providencia.
Clases : Aula Magna Universidad Finis Terrae. Avda Pedro
de Valdivia 1509. Providencia, Santiago. Estacionamiento
disponible para alumnos.
¿Cómo es la nueva mujer chilena?
Este es el título de un reportaje aparecido, hace
algún tiempo, en un diario de circulación nacional.
Éste enunciaba las alegres cifras utilizadas para elaborar
el perfil estadístico de lo que se denominó:
“la nueva mujer chilena”.
No puedo negar que el título y la sugerencia del beneficioso
cambio cultural que prometía mostrar el artículo,
incrementó mi curiosidad. Sin embargo, a medida que
avanzaba en mi veloz lectura, mi entusiasmo fue cediendo frente
a la constatación de un proceso que, más que
alegrarme, me llevó a la reflexión.
El artículo se inicia con las buenas nuevas en el plano
educacional: no sólo un significativo aumento del acceso
de las mujeres a la educación, sino que además,
la cantidad de estudiantes universitarias de pregrado casi
se duplicó en la última década.
Al pasar al tema laboral, se señala que se ha producido
un aumento de la fuerza laboral femenina y la tendencia indica
que la cifra seguirá creciendo. Entre censo y censo,
se constató un incremento de casi un 9%, muy importante
si es que queremos llegar al tan anhelado desarrollo económico
y dar un salto cuantitativo en la superación de la
pobreza.
Finalmente, se señala que la nueva mujer chilena se
mantiene soltera y posterga su maternidad, se han producido
bajas importantes en el número de matrimonios y en
las tasas de natalidad. Al respecto, dos hechos preocupantes:
el 50% de niños nacen fuera del matrimonio y, un tercio
de los hogares chilenos cuentan con una jefatura de hogar
femenina.
Fue aquí cuando empecé con mis cavilaciones.
Al margen de consideraciones de cualquier tipo, y de las diferencias
que aparentemente presentan estos tópicos, creo que
fácilmente se aprecia la directa relación entre
los mismos y el cómo ésta va dando origen a
una situación socialmente compleja, que hasta el minuto,
parece no encontrar solución.
Sí, es verdad que hoy las mujeres recibimos más
educación, pero también es verdad que la mayoría
se va para su casa. Una de cada cinco mujeres de escasos recursos
no trabaja y, no obstante que, a mayor educación, mayor
es la incorporación de la mujer al mundo del trabajo,
también es verdad que un porcentaje altísimo
de estos talentos calificados se van igual para sus casas.
Por otra parte, y volviendo a las cifras del reportaje, me
quiero referir a un dato que me sorprendió. Según
los estudios del Conace, el consumo de psicofármacos
es mayor en mujeres que en hombres. Pero no es todo, éste
aumenta en la medida que se sube en estrato social, concentrándose
en las mujeres en edad activa. La verdad es que a pesar que
hace tiempo oigo hablar del estrés que provoca el famoso
síndrome de la “súper woman”, verlo
ahí con números, es impactante.
Al respecto, y nuevamente retomando el tema que originó
esta columna, nada de lo que he escrito hasta ahora tendría
sentido si la conclusión fuera que la nueva mujer chilena
se siente más feliz, más tranquila; más
realizada. Sin embargo, se constata que, no obstante, la mayor
educación, la mayor cultura, la presencia pública
más alta de la historia y que por primera vez tenemos
una candidata a la presidencia de la república, la
nueva mujer chilena lo pasa bastante mal.
¿Qué es lo que anda mal?
A la luz de lo que nos muestran los cambios esbozados, quedo
con la sensación que los énfasis no han sido
los acertados y, que por ello, hoy estamos presas en contradicciones
que nos están matando. En este punto trataré
de ser lo más objetiva posible. Se han dado pasos importantes,
no en vano se dice que este es el tiempo de las mujeres, pero
¿se han solucionado sus problemas?. Algunos, pero en
mi opinión, también se nos han sumado otros.
Es por esto que digo con toda franqueza que en cierto sentido,
me agobia “la nueva mujer chilena”, llena de exigencias,
con la obligación de asumir el poder, de gobernar el
mundo y con poco tiempo para cumplir con lo que a mí,
por lo menos, me ha producido las mayores satisfacciones en
mi vida, ser madre, esposa y mujer.
Aquí se presenta el dilema, ¿qué hacer?
Creo que no me corresponde dar la solución a este problema
de múltiples aristas que, con suerte, he logrado abordar
en estas pocas líneas. Sin embargo, a mi modo de ver
éste trasciende el tema de la natalidad, de la soledad
o de los hijos sin padre presente. Esto tiene que ver con
la existencia de una “incompatibilidad basal”
difícil de subsanar. Es ella la base de otros problemas
que, independiente del estado civil o condición social,
en mayor o menor medida nos afectan a todas por igual.
Ya no es novedad escuchar hablar de los múltiples roles
que le toca cumplir a la mujer, de la doble jornada y de los
efectos de la tensión que ello provoca.
Pero ¿qué nos falta?.
El artículo dice que aún falta concretar una
reingeniería al interior del hogar. Asimismo, se refiere
a la necesidad de aumentar las cuotas de poder para la mujer
y su presencia en la vida pública y empresarial.
Para mí, el tema va más allá. Creo que
lo que nos falta es entender que, no obstante, todos los logros
alcanzados, las cosas finalmente no han sido lo que esperábamos,
o mejor dicho, tal vez no se dieron en los términos
que realmente necesitábamos. En pocas palabras, cómo
lo hacemos para entender que la raíz del problema está
en la negación de las diferencias inherentes a nuestra
feminidad, para luego ingeniárnoslas para poner la
modernidad a nuestro servicio y no en nuestra contra.
Mientras no podamos abordar a nivel país el problema
“de la incompatibilidad” producida por la negación
de la diferencia, la mujer no descansará. Creo firmemente
que sólo el reconocimiento y valoración de la
esencia femenina, nos permitirá equilibrar y conjugar
con armonía esta difícil trinidad: mujer, madre,
trabajadora. Creo que este es el sueño que compartimos
la mayoría de las mujeres chilenas.