27 28/07/05
     
   

 

 
DIPLOMADO

"Identidad Femenina y Cultura":


Programa de Estudio:

Modulo I:
• Dimensión Antropológica de la Mujer (Carmen Gloria Beroíza)
• Vida, Mujer y Bioética (Fernando Chomalí)
• Identidad Femenina (Clemencia Sarquis)
• Sexualidad y Autoestima Femenina (Angeles Fernández, Josefina Vicuña)

Modulo II:
• El Genio Femenino a través de la Historia (Magdalena Piñera)
• Mujer y Derechos Humanos (Cecilia Álamos)
• Conciliar Familia y Trabajo: El Desafío Actual ( Margarita María Errázuriz)

Conferencias:

Modulos III y IV:

Mujer y Cultura

Mujer y Nuevo Orden Internacional (Karin Ebensperger)
La Mujer en la Literatura (Cristián Warnken)
Medios de Comunicación y Mujer (M. Ester Roblero)
Mujer y Publicidad (Martín Subercaseaux)

Mujer y Sociedad

Mujer en la Educación y Gestión Social (Patricia Matte)
Mujer y Vida Académica (Francisca Alessandri)
Mujer y Dirección Ejecutiva (Eliana Rozas)
Mujer y Gestión Cultural (M. Elena Comandari)

Mujer en la Familia

Agente de Cambio Social (Carolina Dell’Oro)
Políticas Públicas y Familia (Paulina Villagrán)
Mujer y Gestión Económica (M. Isabel Infante)
Regímenes Económicos Matrimoniales (Francisca Jünemann)
Dignidad y vocación de la Mujer (P. Donald O’Keeffe L.C.)

COMIENZA: 3 de Agosto, 2005.
CLASE CONCLUSIVA Y ENTREGA DE DIPLOMAS: 28 de diciembre, 2005.

POSTULACIONES/INSCRIPCIONES.

Teléfono : (56-2) 4207486
Email : familia@finisterrae.cl
Dirección : Avda Pedro de Valdivia 1646. Providencia.
Clases : Aula Magna Universidad Finis Terrae. Avda Pedro de Valdivia 1509. Providencia, Santiago. Estacionamiento disponible para alumnos.
 


¿Cómo es la nueva mujer chilena?

Este es el título de un reportaje aparecido, hace algún tiempo, en un diario de circulación nacional. Éste enunciaba las alegres cifras utilizadas para elaborar el perfil estadístico de lo que se denominó: “la nueva mujer chilena”.
No puedo negar que el título y la sugerencia del beneficioso cambio cultural que prometía mostrar el artículo, incrementó mi curiosidad. Sin embargo, a medida que avanzaba en mi veloz lectura, mi entusiasmo fue cediendo frente a la constatación de un proceso que, más que alegrarme, me llevó a la reflexión.
El artículo se inicia con las buenas nuevas en el plano educacional: no sólo un significativo aumento del acceso de las mujeres a la educación, sino que además, la cantidad de estudiantes universitarias de pregrado casi se duplicó en la última década.
Al pasar al tema laboral, se señala que se ha producido un aumento de la fuerza laboral femenina y la tendencia indica que la cifra seguirá creciendo. Entre censo y censo, se constató un incremento de casi un 9%, muy importante si es que queremos llegar al tan anhelado desarrollo económico y dar un salto cuantitativo en la superación de la pobreza.
Finalmente, se señala que la nueva mujer chilena se mantiene soltera y posterga su maternidad, se han producido bajas importantes en el número de matrimonios y en las tasas de natalidad. Al respecto, dos hechos preocupantes: el 50% de niños nacen fuera del matrimonio y, un tercio de los hogares chilenos cuentan con una jefatura de hogar femenina.
Fue aquí cuando empecé con mis cavilaciones. Al margen de consideraciones de cualquier tipo, y de las diferencias que aparentemente presentan estos tópicos, creo que fácilmente se aprecia la directa relación entre los mismos y el cómo ésta va dando origen a una situación socialmente compleja, que hasta el minuto, parece no encontrar solución.
Sí, es verdad que hoy las mujeres recibimos más educación, pero también es verdad que la mayoría se va para su casa. Una de cada cinco mujeres de escasos recursos no trabaja y, no obstante que, a mayor educación, mayor es la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, también es verdad que un porcentaje altísimo de estos talentos calificados se van igual para sus casas.
Por otra parte, y volviendo a las cifras del reportaje, me quiero referir a un dato que me sorprendió. Según los estudios del Conace, el consumo de psicofármacos es mayor en mujeres que en hombres. Pero no es todo, éste aumenta en la medida que se sube en estrato social, concentrándose en las mujeres en edad activa. La verdad es que a pesar que hace tiempo oigo hablar del estrés que provoca el famoso síndrome de la “súper woman”, verlo ahí con números, es impactante.
Al respecto, y nuevamente retomando el tema que originó esta columna, nada de lo que he escrito hasta ahora tendría sentido si la conclusión fuera que la nueva mujer chilena se siente más feliz, más tranquila; más realizada. Sin embargo, se constata que, no obstante, la mayor educación, la mayor cultura, la presencia pública más alta de la historia y que por primera vez tenemos una candidata a la presidencia de la república, la nueva mujer chilena lo pasa bastante mal.
¿Qué es lo que anda mal?
A la luz de lo que nos muestran los cambios esbozados, quedo con la sensación que los énfasis no han sido los acertados y, que por ello, hoy estamos presas en contradicciones que nos están matando. En este punto trataré de ser lo más objetiva posible. Se han dado pasos importantes, no en vano se dice que este es el tiempo de las mujeres, pero ¿se han solucionado sus problemas?. Algunos, pero en mi opinión, también se nos han sumado otros. Es por esto que digo con toda franqueza que en cierto sentido, me agobia “la nueva mujer chilena”, llena de exigencias, con la obligación de asumir el poder, de gobernar el mundo y con poco tiempo para cumplir con lo que a mí, por lo menos, me ha producido las mayores satisfacciones en mi vida, ser madre, esposa y mujer.
Aquí se presenta el dilema, ¿qué hacer?
Creo que no me corresponde dar la solución a este problema de múltiples aristas que, con suerte, he logrado abordar en estas pocas líneas. Sin embargo, a mi modo de ver éste trasciende el tema de la natalidad, de la soledad o de los hijos sin padre presente. Esto tiene que ver con la existencia de una “incompatibilidad basal” difícil de subsanar. Es ella la base de otros problemas que, independiente del estado civil o condición social, en mayor o menor medida nos afectan a todas por igual.
Ya no es novedad escuchar hablar de los múltiples roles que le toca cumplir a la mujer, de la doble jornada y de los efectos de la tensión que ello provoca.
Pero ¿qué nos falta?.
El artículo dice que aún falta concretar una reingeniería al interior del hogar. Asimismo, se refiere a la necesidad de aumentar las cuotas de poder para la mujer y su presencia en la vida pública y empresarial.
Para mí, el tema va más allá. Creo que lo que nos falta es entender que, no obstante, todos los logros alcanzados, las cosas finalmente no han sido lo que esperábamos, o mejor dicho, tal vez no se dieron en los términos que realmente necesitábamos. En pocas palabras, cómo lo hacemos para entender que la raíz del problema está en la negación de las diferencias inherentes a nuestra feminidad, para luego ingeniárnoslas para poner la modernidad a nuestro servicio y no en nuestra contra.
Mientras no podamos abordar a nivel país el problema “de la incompatibilidad” producida por la negación de la diferencia, la mujer no descansará. Creo firmemente que sólo el reconocimiento y valoración de la esencia femenina, nos permitirá equilibrar y conjugar con armonía esta difícil trinidad: mujer, madre, trabajadora. Creo que este es el sueño que compartimos la mayoría de las mujeres chilenas.